Logros de una civilización

Parece que va de deportes la cosa últimamente. Y será que últimamente nos metemos en los deportes para no enterarnos de lo demás, que bastante deprimente es todo ya.

En este caso, lo que me llamó la atención fue la noticia sobre la alpinista española y su logro montañero. Me he sentido identificado con Edurne porque yo también fui alpinista en mi época; tantas cosas he hecho, que una más una menos, apenas cuenta.

Esto, y un texto que leí hace poco sobre los genios en la Historia, ha hecho que reflexione en los altibajos que demuestran algunas banderas, y cómo nos ha tocado a nosotros, los españoles, en este momento concreto, elevar el listón deportivo.

No es que lo diga yo, y no es sólo orgullo nacional -bueno, un poco también-, pero ahí están los nombres: que si la Roja; que si Fernando Alonso en automovilismo; que si Rafa Nadal, en tenis; golf…, qué sé yo. La misma Edurne en alpinismo; Pau Gasol, en basket…

Y no sólo en estas disciplinas, sino en otras. En fútbol no voy a entrar, porque sé de alguien que podría rebatirme esto, y con mucho conocimiento de causa -no en vano digo siempre que es la única mujer que conozco que sabe más de fútbol que yo-, pero eso es harina de otro costal.

Sin embargo, no es la primera vez que ocurre en la Historia. Me gustaría saber qué opinarían los griegos clásicos de esto; qué hubiera pasado si hubieran podido divulgar sus propios logros deportivos en el pasado. También tuvieron su época los yankis: Jessy Owens o Carl Lewis en atletismo, por ejemplo. Y qué decir de los rusos, que aún conservan la supremacía como Grandes Maestros de ajedrez.

Por desgracia, también nos llevamos la palma en cuanto a celebraciones se refiere. No es porque sea madridista, pero está claro que la celebración de anoche, de los «hinchas» del Barça, era de todo menos una celebración. Más de cien detenidos, y no digo más.