LOS DIOSES DE LA LUZ (Leyenda Mapuche)

Publicado: marzo 11, 2007 de elvenbyte en Fragmentos en Negro

Antes de que los Mapuches descubrieran como hacer el fuego, vivían en grutas de la montaña; «casa de piedra», las llamaban.

Temerosos de las erupciones volcánicas y de los cataclismos, sus dioses y sus demonios eran luminosos. Entre estos, el poderoso Cheruve. Cuando se enojaba, llovían piedras y ríos de lava. A veces el Cheruve caía del cielo en forma de aerolito.

Los Mapuches creían que sus antepasados revivían en la bóveda del cielo nocturno. Cada estrella era un antiguo abuelo iluminado que cazaba avestruces entre las galaxias.

El Sol y la Luna daban vida a la Tierra como dioses buenos. Los llamaban Padre y Madre. Cada vez que salía el Sol, los saludaban. La Luna, al parecer cada veintiocho días, dividía el tiempo en meses.

Al no tener fuego, porque no sabían encenderlo, devoraban crudos sus alimentos; para abrigarse en tiempo frío, se apiñaban en las noches con sus animales, perros salvajes y llamas que habían domesticado.

Tenían horror a la oscuridad, era sigo de enfermedad y muerte.

Se imaginaban cosas terribles.

En una de esas grutas vivía una familia: Caleu, el padre, Mallén, la madre y Licán, la hijita.

Una noche, Caleu se atrevió a mirar el cielo de sus antepasados y vió un signo nuevo, extraño, en el poniente: una enorme estrella con una cabellera dorada.

Preocupado, no dijo nada a su mujer y tampoco a los indios que vivían en las grutas cercanas.

Aquella luz celestial se parecía a la de los volcanes, ¿traería desgracias?, ¿quemaría los bosques?. Aunque Caleu guardó silencio, no tardaron en verla los demás indios. Hicieron reuniones para discutir que podría significar el hermosos signo del cielo. Decidieron vigilar por turno junto a sus grutas.

El verano estaba llegando a su fin y las mujeres subieron una mañana muy temprano a buscar frutos de los bosques para tener comida en el tiempo frío.

Mallén y su hijita Licán treparon también a la montaña.

-Traeremos piñones dorados y avellanas rojas -dijo Mallén.

-Traeremos raíces y pepinos del copihue -agregó Licán

La niña acompaño otras veces a su madre en estas excursiones y se sentía feliz.

-Vuelvan antes de que caiga la noche -les advirtió Caleu.

-Si nos sorprende la noche, nos refugiaremos en una gruta que hay allá arriba, en los bosques -lo tranquilizó Mallén.

Las mujeres llevaban canastos tejidos con enredaderas. Parecía una procesión de choroyes, conversando y riendo todo el camino.

Allá arriba había gigantescas araucarias que dejaban caer lluvias de piñones. Y los avellanos lucían sus frutas redondas, pequeñas, rojas unas, color violeta y negras otras, según iban madurando.

No supieron cómo pasaron las horas. El Sol empezó a bajar y cuando se dieron cuenta, estaba por ocultarse.

Asustadas, las mujeres se echaron los canastos a la espalda y tomaron a sus niños de la mano.

-¡Bajemos, bajemos! -se gritaban unas a otras.

-No tendremos tiempo. Nos pillará la noche y en la oscuridad nos perderemos para siempre -advirtió Mallén.

-¿Qué haremos entonces? -dijo la abuela Collalla, que no por ser la más vieja, era la más valiente.

-Yo sé donde hay una gruta por aquí cerca, no tenga miedo, abuela -dijo Mallén.

Guió a las mujeres con sus niños por un sendero rocoso. Sin embargo, al llegar a la gruta, ya era de noche. Vieron en el cielo del poniente la gran estrella con su cola dorada.

La abuela Collalla se asustó mucho. -Esa estrella nos trae un mensaje de nuestros antepasados que viven en la bóveda del cielo – exclamó.

Licán se aferró a las faldas de su madre y lo mismo hicieron los demás niños.

-Vamos, entremos a la gruta y dormiremos bien juntas para que se nos pase el miedo -dijo Mallén.

-Eso sería lo mejor, murmuró Collalla, temblorosa.

Ella conocía viejas historias, había visto reventarse volcanes, derrumbarse montañas, inundaciones, incendios de bosques enteros.

No bien entraron a la gruta, un profundo ruido subterráneo las hizo abrazarse invocando al Sol y la Luna, sus espíritus protectores.

Al ruido siguió un espantoso temblor que hizo caer cascajos del techo de la gruta. El grupo se arrinconó, aterrorizado.

Cuando pasó el terremoto, la montaña siguió estremeciéndose como el cuerpo de un animal nervioso.

Las mujeres palparon a sus hijos, no, nadie estaba herido. Respiraron un poco y miraron hacia las boca blanquecina de la gruta: por delante de ella cayó una lluvia de piedras que al chocar echaban chispas.

-¡Miren! -gritó Collalla. ¡Piedras de luz! Nuestros antepasados nos mandan este regalo.

Cómo luciérnagas de un instante, las piedras rodaron cerro abajo y con sus chispas encendieron un enorme coihue seco que se erguía al fondo de una quebrada.

El fuego iluminó la noche y las mujeres se tranquilizaron al ver la luz.

-La estrella con su espíritu protector mandó el fuego para que no tengamos miedo -dijo la abuela Collalla riendo.

Niños y mujeres también rieron, aplaudiendo el fuego.

El grupo silencioso contempló las llamas como si fueran el mismo Padre Sol que hubiera venido a acompañarlas.

Se sentaron junto a la gruta, oyendo crepitar las llamas como música desconocida.

Al rato, llegaron los hombres desafiando las tinieblas por buscar a sus niños y mujeres.

Caleu se acercó al incendio y cogió una llama ardiente; los otros lo imitaron y una procesión centelleante bajó de los cerros hasta sus casas.

Por el camino iban encendiendo otras ramas para guiarse.

Al otro día, oyendo el relato de las piedras que lanzaban chispas, los indios subieron a recogerlas y al frotarlas junto a ramas secas lograron encender pequeñas fogatas.

Habían descubierto el pedernal. Habían descubrieron cómo hacer el fuego.

Desde entonces, los Mapuches tuvieron fuego para alumbrar sus noches, calentarse y cocer sus alimentos.

Imágenes enlazadas con ElAlmanaque.com , Ser Indígena y EDUCARED.

comentarios
  1. Es una bonita historia y aqui la doña q es amante d barbacoas, pero incapaz d montar las brasas, toma nota pa ver si a la proxima se luce

    Un besazo

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  2. Ana dice:

    Hola¡¡

    Muy interesante, una historia muy entretenida.

    Besos.Ana

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  3. lamirada dice:

    gracias por hacerme pasar un rato de lectura entretenido…besines dulces!!

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  4. Basileia dice:

    Me encantan estas historias 🙂

    Besotes.

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  5. Ave Fenix dice:

    Tus historias siempre tienen un dejo positivo y por eso son bonitas venir a leerlas 🙂

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  6. sangrantes en el piso
    llenos de agujeros
    se levantan serpenteando
    ayudados por soldados
    que caminando hacia atrás
    aspiran el líquido rojo y el fuego
    en cilindros metálicos
    que aspiran balas y trozos de metralla.
    vuelven a meter los cadáveres al auto
    y vendan sus ojos para que no se den cuenta
    de que los llevan de vuelta a sus casas
    donde los esperan imprecando
    con los brazos abiertos.

    javier zapata glisser

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  7. elvenbyte dice:

    Yahoraquebonita: Pues guárdame unas chuletillas.
    Ana: Gracias cariño, me alegro de que te haya gustado, aunque ya sabes que no la he escrito yo.
    Lamirada: De nada, eso es que al menos ha servido para algo.
    Basileia: A mi también.
    Ave Fenix: Por eso las pongo, pero no es mía.
    Javier Zapata Glisser: Reitero, ¿y tú quién eres?

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  8. Anónimo dice:

    irolis m jerez esmejor no saber que saber

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  9. Fernando dice:

    MUY BONITA HISTORIA

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  10. MIKALELA dice:

    ESTUVO MUYYY WENDYY PONGAN ALGO MAS WENA PA REIRME X LO MENOS KJAKJDHJSFHDJGIDSKHG
    xd ME LLAMO MIKAELA ROJASSSS

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  11. MIKAELAA dice:

    AA ME AUSPÌSIOO PASEN X AKA http://WWW.FOTOLOG.COM/X_LAS_EYHFREEH_X
    PASENSENNNN

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  12. David dice:

    Anónimo: ???
    Fernando: Gracias amigo.
    MIKAELA: No te lo tomes a mal, pero creo que no lo has entendido. Por cierto que voy a dejar el último comentario, pero no quiero que hagas publicidad de tu blog aquí de esta manera. Gracias.

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  13. viviana dice:

    bueno essta leyenda esta re buena leeanla que se van a divertir gan me caso

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  14. viviana dice:

    bueno essta leyenda esta re buena leeanla que se van a divertir gan me caso gracias

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