Discurso de Paul Auster

Publicado: noviembre 14, 2006 de elvenbyte en Fragmentos en Negro

http://www.symphonyspace.orgPAUL AUSTER
Nacimiento:
03-02-1947

No sé por qué me dedico a esto. Si lo supiera, probablemente no tendría necesidad de hacerlo. Lo único que puedo decir, y de eso estoy completamente seguro, es que he sentido tal necesidad desde los primeros tiempos de mi adolescencia. Me refiero a escribir, y en especial a la escritura como medio para narrar historias, relatos imaginarios que nunca han sucedido en eso que denominamos mundo real. Sin duda es una extraña manera de pasarse la vida: encerrado en una habitación con la pluma en la mano, hora tras hora, día tras día, año tras año, esforzándose por llenar unas cuartillas de palabras con objeto de dar vida a lo que no existe…, salvo en la propia imaginación. ¿Y por qué se empeñaría alguien en hacer una cosa así? La única respuesta que se me ha ocurrido alguna vez es la siguiente: porque no tiene más remedio, porque no puede hacer otra cosa.

Esa necesidad de hacer, de crear, de inventar es sin duda un impulso humano fundamental. Pero ¿con qué objeto? ¿Qué sentido tiene el arte, y en particular el arte de narrar, en lo que llamamos mundo real? Ninguno que se me ocurra; al menos desde el punto de vista práctico. Un libro nunca ha alimentado el estómago de un niño hambriento. Un libro nunca ha impedido que la bala penetre en el cuerpo de la víctima. Un libro nunca ha evitado que una bomba caiga sobre civiles inocentes en el fragor de una guerra. Hay quien cree que una apreciación entusiasta del arte puede hacernos realmente mejores: más justos, más decentes, más sensibles, más comprensivos. Y quizá sea cierto; en algunos casos, raros y aislados. Pero no olvidemos que Hitler empezó siendo artista. Los tiranos y dictadores leen novelas. Los asesinos leen literatura en la cárcel. ¿Y quién puede decir que no disfrutan de los libros tanto como el que más?

En otras palabras, el arte es inútil, al menos comparado con, digamos, el trabajo de un fontanero, un médico o un maquinista. Pero ¿qué tiene de malo la inutilidad? ¿Acaso la falta de sentido práctico supone que los libros, los cuadros y los cuartetos de cuerda son una pura y simple pérdida de tiempo? Muchos lo creen. Pero yo sostengo que el valor del arte reside en su misma inutilidad; que la creación de una obra de arte es lo que nos distingue de las demás criaturas que pueblan este planeta, y lo que nos define, en lo esencial, como seres humanos. Hacer algo por puro placer, por la gracia de hacerlo. Piénsese en el esfuerzo que supone, en las largas horas de práctica y disciplina que se necesitan para ser un consumado pianista o bailarín. Todo ese trabajo y sufrimiento, los sacrificios realizados para lograr algo que es total y absolutamente… inútil.

La narrativa, sin embargo, se halla en una esfera un tanto diferente de las demás artes. Su medio es el lenguaje, y el lenguaje es algo que compartimos con los demás, común a todos nosotros. En cuanto aprendemos a hablar, empezamos a sentir avidez por los relatos. Los que seamos capaces de rememorar nuestra infancia recordaremos el ansia con que saboreábamos el cuento que nos contaban en la cama, el momento en que nuestro padre, o nuestra madre, se sentaba en la penumbra junto a nosotros con un libro y nos leía un cuento de hadas. Los que somos padres no tendremos dificultad en evocar la embelesada atención en los ojos de nuestros hijos cuando les leíamos un cuento. ¿A qué se debe ese ferviente deseo de escuchar? Los cuentos de hadas suelen ser crueles y violentos, describen decapitaciones, canibalismo, transformaciones grotescas y encantamientos maléficos. Cualquiera pensaría que esos elementos llenarían de espanto a un crío; pero lo que el niño experimenta a través de esos cuentos es precisamente un encuentro fortuito con sus propios miedos y angustias interiores, en un entorno en el que está perfectamente a salvo y protegido. Tal es la magia de los relatos: pueden transportarnos a las profundidades del infierno, pero en realidad son inofensivos.

http://www.michel-edouard-leclerc.com Nos hacemos mayores, pero no cambiamos. Nos volvemos más refinados, pero en el fondo seguimos siendo como cuando éramos pequeños, criaturas que esperan ansiosamente que les cuenten otra historia, y la siguiente, y otra más. Durante años, en todos los países del mundo occidental, se han publicado numerosos artículos que lamentan el hecho de que se leen cada vez menos libros, de que hemos entrado en lo que algunos llaman la “era posliteraria”. Puede que sea cierto, pero de todos modos no ha disminuido por eso la universal avidez por el relato. Al fin y al cabo, la novela no es el único venero de historias. El cine, la televisión y hasta los tebeos producen obras de ficción en cantidades industriales, y el público continúa tragándoselas con gran pasión. Ello se debe a la necesidad de historias que tiene el ser humano. Las necesita casi tanto como el comer, y sea cual sea la forma en que se presenten –en la página impresa o en la pantalla de televisión–, resultaría imposible imaginar la vida sin ellas.

De todos modos, en lo que respecta al estado de la novela, al futuro de la novela, me siento bastante optimista. Hablar de cantidad no sirve de nada cuando nos referimos a los libros; porque no hay más que un lector, sólo un lector en todas y cada una de las veces. Lo que explica el particular influjo de la novela, y por qué, en mi opinión, nunca desaparecerá como forma literaria. La novela es una colaboración a partes iguales entre el escritor y el lector, y constituye el único lugar del mundo donde dos extraños pueden encontrarse en condiciones de absoluta intimidad. Me he pasado la vida entablando conversación con gente que nunca he visto, con personas que jamás conoceré, y así espero seguir hasta el día en que exhale mi último aliento.

Nunca he querido trabajar en otra cosa.

Imágenes enlazadas con Symphony Space y Michel Edouard Leclerc.

comentarios
  1. nekane dice:

    ¡Ya me gustaba… lo que conozcó de su obra, esa colaboración (que si él lo dice así sera…) ya habiamos establecido, pero siempre es un lujo leer lo que quizá sabiamos y aún no habiamos llegado a escribir….

    Escribir, evasión, liberación, asnsiedad, exigencia, dictadura, posesión, dominio, continuidad, desdoblamiento, ser, imaginar, intuir, reconocer, inventar…

    Escribir, más, más, siempre más…

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  2. GLAUKA dice:

    Me ha encantado leerle … gracias por traérnoslo. Un beso!

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  3. Jotigliare dice:

    buena reflexión, aunque queda por nombrar la respuesta de los mas cobardes……..es la única manera en que puedo expresar lo que siento…..

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  4. estimado david: deseo invitarte a colaborar en éste blog colectivo que apenas va naciendo

    la idea es que se de un convivio de ideas entre toda clase de autores

    se trata de un blog donde cualquiera puede pasar a dejar un legado, donde cualquiera puede publicar, ahí mismo están escritas las herramientas para hacerlo

    ojalá te animes, date una vuelta por el blog, me gustaría mucho que contáramos contigo

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  5. elvenbyte dice:

    Nekane: ¿Eres escritora? Yo sí.
    GLAUKA: De nada.
    Jotigliare: No sé si te entiendo.
    Todos. Nadie: Creo que esta no es la forma de invitar a nadie a nada.

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  6. Isthar dice:

    Si es que cuando digo que adoro a este escritor no lo digo por decir 🙂

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  7. elvenbyte dice:

    Isthar: Bueno, se hace de querer con lo que dice, ¿no?

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  8. Noa- dice:

    Tengo pendiente leerle, pero estoy segura de que me encantará.

    Saludos

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  9. elvenbyte dice:

    Noa-: Yo también estoy seguro de que te va a gustar.

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  10. perezreverte dice:

    Te sirven para aprender y para distraerte los libros y para darte cuenta de que sabes poco. Besos.

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  11. elvenbyte dice:

    Perezreverte: Además, cuanto más leo más me doy cuenta de lo poco que sé.

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